Ana Arauz: Avanzando a través de la tinta
Fue en su adolescencia cuando por primera vez conoció una máquina para
tatuar, su barrio, por el rumbo del estadio Jalisco, fue su primer lugar de
experimentación.
Desde su infancia cultivó el gusto por el dibujo y las artes gráficas
sin embargo, el ambiente en el que se vió inmersa, no fue él más propicio para
poder desarrollar de la forma más adecuada su talento; el ambiente de las
pandillas y las drogas que la rodeaban, fue el que la vió crecer, en el que a
pesar de ser adverso, hizo buenas amistades, las cuales a su vez, en ciertos
casos la empujaron hacia un destino mejor.
Se vió envuelta en el mundo de las drogas al grado de desarrollar
dependencia a las mismas. Finalmente por decisión de su madre y debido a la
necesidad de alejarla de ese ambiente, tuvo que emigrar.
Ana Arauz inició su vida laboral en el ramo restaurantero, como
lava-loza. Paralelamente a esto y ya desde la secundaria, había empezado a
experimentar con el tatuaje, en su persona. Posteriormente incursionó en la
elaboración directa de los mismos, transfiriendo su gusto por el dibujo, a la
piel humana, sus primeros lienzos fueron los amigos, la misma banda, “la raza
más pirata del barrio” –como ella dice-, con una maquina hechiza prestada, de
las llamadas “penaleras”, iniciando así un camino que a la postre la conduciría
a desarrollar su vocación.
Ana, platica con nostalgia, cómo un amigo “José Gallegos” le pidió que
lo tatuara, pero ella, por no contar con el equipo adecuado, se negó, por
tratarse de un buen amigo y por considerarlo un trabajo que requería mayor
compromiso –no como aquellos que le pagaban con caguamas y toques-. Un buen
día, su amigo le pidió que lo acompañara a un estudio de tatuajes en donde
además vendían el equipo necesario para realizar el trabajo -equipo
profesional-. Ella acudió con la esperanza de poder ver trabajar a algún tatuador
profesional, pero se llevó una gran sorpresa cuando él, José, le pidió que
eligiera el kit adecuado, porque quería que ella lo tatuara. Esa confianza y la
gran amistad demostrada en ese acto, fue el hecho que gatilló su carrera formal
dentro del mundo del tatuaje profesional.
Durante algún tiempo trabajó en un estudio en el centro de la ciudad a
cargo de “Don Guello” Aurelio García, un tatuador añejo reconocido nacional e
internacionalmente, a quien considera su único maestro real en este oficio, ya
que hasta entonces todo lo había hecho de manera empírica y autodidacta. Esta
persona, fabricaba sus propias máquinas y tintas. Es un decano del tatuaje en
Guadalajara, de esos formados en la vieja escuela, la de la vida cotidiana y el
barrio.
Gracias a su trabajo, Ana ha tenido oportunidad de viajar a otros
estados como Nayarit y Puebla demostrando lo que sabe hacer.
Durante algún tiempo, se asoció con un amigo junto al cual formaron un
colectivo con personas dedicadas a otros giros y mantuvieron una casa en donde
se ofrecían diferentes servicios, entre ellos el tatuaje. Éste proyecto
finalmente no prosperó.
Arauz, además de su trabajo en el medio del tatuaje, también ha
incursionado en la pintura y el graffiti, siempre plasmando las ideas que le
han hecho caminar, avanzar y superar la adversidad.
Actualmente tiene un objetivo definido: “hacer cada día el mejor tatuaje
que nunca antes haya hecho”, “mejor que el del día anterior” como ella dice;
buscando su constante evolución en un esfuerzo constante de esmerada paciencia
y tenacidad. Ha participado en diversas exposiciones y ferias de tatuaje, dando
con esto mayor reconocimiento a su obra.
Entre sus planes está montar su propio estudio, en donde se ofrezca una
amplia variedad de estilos en conjunto con otros tatuadores.
Ana Arauz es un vivo ejemplo de voluntad y coraje, factores que apoyados
por personas de buena voluntad que aparecieron en el momento adecuado en su
camino, le han hecho sobresalir con profesionalidad en un medio muy
competido y dominado por hombres.
Para finalizar, ella recomienda a las personas que buscan hacerse un
tatuaje, sobretodo a quienes lo hacen por moda, que revisen el portafolio del
tatuador y su calidad en todos los aspectos, ya que existe mucho charlatán y
hoy en día cualquiera puede hacerse del equipo suficiente, pudiendo poner en
riesgo a quien contrata su trabajo, en muchos casos irreversibles.
Esta es Ana Arauz, tatuadora tapatía, que surgió del barrio a la posteridad,
sorteando los vaivenes de la vida y el entorno que a veces incita a recaer.