Una noche extraña
Salí a caminar al centro de la ciudad, y llegué a la inauguración de una exposición, que resultó ser de alguien que admiro.
Había un pianista y alguien leyendo poesía.
Encontré a una amiga que hacía mucho no veía, que me saludo al estilo "tocho patada" (sólo para entendidos).
No planeaba beber, pero en algún momento cayó una cerveza a mi mano, así la dos, la tres, hasta contar cinco.
Un buen amigo que estaba ahí, me invitó a una segunda expo, y terminé en un compacto que llevaba gente como minibús. Y entre la bola, mi amiga y el pianista, que se le pegó.
La segunda expo era un puto Avándaro, con jipis bailando al ritmo de un ukulele eléctrico con distorsión. Para beber sólo había atole baboso de maguey, y pues por no hacer desaire, bebí, (ya en esas, hasta aguarrás).
Ya después de dos expos y un bar, en un compacto-minibús, cargando con el pinchi pianista. Ahora sí caminé. Dos kilómetros a las tres de la mañana de regreso a casa.
Hace bien un poco de ejercicio de vez en cuando.
Eduardo Lemus