El miedo necesario
Denise Dresser
“El rey Enrique: Es cierto que estamos en grave peligro; por ello más grande aún debe ser nuestro valor.”
Shakespeare, Enrique V
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A México le urge tener miedo, pero no a un político controvertido. A México le urge el miedo necesario que nace de la honestidad desplegada ante el “país de mentiras”, como lo bautizó Sara Sefchovich. El miedo que surge frente a la brecha entre lo que se dice y lo que es; entre el discurso del poder y la realidad del poder. El miedo que emerge cuando se descubre que la mentira constituye la esencia de la vida política mexicana y además es indispensable para gobernar. El miedo a reconocer los engaños para consumo interno que la clase política usa todos los días: el discurso que asegura que “el Senado de la República trabaja para ti” y que los indios son nuestros iguales y que el gobierno busca la justicia social y que la educación es una prioridad y que la economía está sana y sólida y que vamos ganando la guerra contra el crimen organizado, siendo que nada de esto es así.
Y esas grandes mentiras impiden colocar un espejo frente a los ojos del país y frente a quienes han permitido que sea como es hoy. Un lugar rico con muchos pobres. Un lugar con más multimillonarios que Suiza, según la lista más reciente de la revista Forbes. Donde gran parte de las fortunas han sido acumuladas en sectores con poca o ninguna competencia y protegidos por el gobierno. Donde Televisa regularmente obtiene todo lo que quiere y a precio de ganga. Donde, según un estudio reciente de la ONG Fundar, siete de cada 10 mexicanos padecen un abuso de autoridad cada vez que pisan un Ministerio Público. Donde el 94% de los delitos no son resueltos. Donde el 40% de las mujeres dicen haber padecido la violencia doméstica. Donde no hay siquiera “responsables” de la tragedia de la guardería ABC. Donde 17 millones de personas viven en pobreza extrema. Datos duros de un país donde la vida es difícil para la mayoría de quienes sobreviven en él.
Eso es lo que debería provocar miedo. Eso es lo que debería producir temor. Eso es lo que los mexicanos deberían combatir y cuestionar y odiar y recordarle a Felipe Calderón y a los precandidatos presidenciales, todos los días a toda hora. Hay demasiados mexicanos para los cuales el país no funciona. Hay demasiados mexicanos para quienes más de lo mismo durante el gobierno de Felipe Calderón ha significado peor de lo mismo. Hay demasiados mexicanos que desean una transformación a fondo del país que los ha excluido o maltratado o ignorado. Y también hay demasiados mexicanos que no lo entienden, para los cuales el país no va tan mal. Porque los privilegiados viven muy bien, aunque sea detrás de muros cada vez más elevados, con escoltas cada vez mas armadas, con séquitos de seguridad cada vez más grandes. Aunque sea con miedo.
Y de allí las siguientes preguntas: ¿Qué es y ha sido más peligroso para México, López Obrador o un sistema socioeconómico que concentra la riqueza y no quiere distribuirla de manera más justa? ¿López Obrador o élites políticas, sociales y empresariales satisfechas con las tajadas que se sirven? ¿López Obrador o partidos políticos que no representan a la población ni rinden cuentas ante ella? ¿López Obrador o la corrupción política que corroe la confianza en las instituciones? ¿López Obrador o políticos sentados en largas mesas con manteles de fieltro que llegan a grandes acuerdos para que poco cambie? El odio feroz a AMLO ata a su crítico principal –Felipe Calderón– a un adversario falso. El verdadero peligro para México no es un hombre, sino la resistencia de tantos a compartir el país y gobernarlo mejor. Y el miedo necesario que los mexicanos deberían compartir es la posibilidad de que México siga siendo así.
Fuente: Proceso