Translate

viernes, 5 de marzo de 2010

Por miedo



Es miedo lo que a veces predomina en los actos de las personas, cuando no es miedo a salir de la normalidad, de lo políticamente correcto, de lo comúnmente aceptado, es el miedo a estar equivocado, miedo de haber seguido por instinto gregario las ideas predominantes y haber creído que por ser mayoritaría son las correctas.

Es claro que en la raíz de muchos de los actos de marginación, opresión y sometimiento se encuentra este temor, a nadie nos gustaría que se nos demostrase que estamos en un error, que hemos vivido en el lado equivocado de la vida, y esto lleva a negar otras realidades, aquellas que viajan en sentido contrario a nuestras creencias, derivando así en rigidez, intolerancia y autoritarismo, y se trata de demostrar a los demás mediante la imposición (sobre todo si se tiene el poder de la mayoría), la aceptación o la observancia de nuestros preceptos, conservando con ello la tranquilidad de nuestro entorno, la plácida vida sin sobresaltos, a buen resguardo de ideas extrañas y exóticas que vengan a querer sembrar la duda y el desasosiego.

Lo diferente debe ser encuadrado en el marco de nuestros criterios o de los criterios de la mayoría, por que así ha sido siempre, y si esto ha sido así, por algo debe de ser, los ancestros, los padres fundadores no podrían estar equivocados.

La mayoría no se concibe así misma, como culturalmente equivocada, muy por el contrario, se le ha inculcado que su cultura y forma de vida ha sido un logro de luchas seculares por conseguir su emancipación como colectividad civilizada, y liberada al mismo tiempo de enemigos externos siempre ajenos y adversos a su identidad de grupo, de la amenaza externa siempre hostil.

¿Por qué entonces –esa mayoría- a de tolerar que alguien se comporte de otro modo?, de ser así, entonces, debe ser un enemigo virtual de esa su identidad, agente malicioso y subversivo, y en el mejor de los casos un equivocado que no ha logrado la emancipación como persona, por lo tanto, se encuentra sometido a la opresión del mal que de algún lugar oscuro emana. Y cuando esto ocurre, el deber es liberarle, hacerle ver su error, porque nosotros, la mayoría, no podemos estar equivocados.

Por temor hay que emparejar lo irregular, pasar por nuestro rasero las imperfecciones que nos rodean, y evitar por cualquier medio, que el error se propague y pueda ser un mal ejemplo para nuestra descendencia a quienes por otro lado, también se concibe como impedidos mentales, a quienes se debe inculcar (adoctrinar) nuestra razón y proteger de la desviación.

Para la mayoría, para el grupo dominante, no es necesaria la aplicación de sus creencias, basta con que se crea, lo importante en todo caso, es evitar que alguien no lo crea, claro, siempre con la mejor intención, pero si a pesar de todo el esfuerzo por readaptar al errado, este insiste en su desvío, entonces, para eso esta la ley, y la ley es incuestionable e infranqueable, menos para aquellos que la aplican, claro está.

Eduardo Lemus


A raíz de la polémica desatada apropósito del uso del velo islámico (hiyab), en Francia, el cual fue prohibido en las instituciones educativas, Agustín Velloso a hecho un excelente recuento al respecto: El velo en la cabeza y la venda en los ojos

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Seguidores

Visitas